viernes, 5 de septiembre de 2014

El pasado de mi pasado

Me encuentro sentada en mi habitación, pensando sobre las palabras que esta mañana me ha transmitido mi  querido abuelo Tito. Y a su vez, también pienso en la conversación que he tenido con mi abuela Lidia esta semana. Se me cruzan muchas imágenes por mi cabeza, soy de esas personas que recuerdo de niña me interesaba conocer a fondo el pasado de mi pasado.
Me encanta escucharlos, me transmiten una paz inmensa, única e irrepetible. A veces, escucho las mismas versiones, o las mismas historias, contadas de atrás para adelante, de un costado a otro y viceversa. Me fascina lo que llevan guardado las personas adultas en su memoria, soy capaz de armarme aquella historia en imágenes, y porqué no también en imágenes de color blanco y negro, como las fotos que veo una y otra vez sin cansarme.
Cuestiono, el porqué de todo lo que pasó, trato de que me cuenten lo que más se acuerdan, lo que más felices los hizo, y porqué no lo que más le dolió. Puedo ver las lágrimas de mis abuelos al recordar historias que marcaron sus vidas. Siento una sensación de estar molestándolos al entrometerme en sus vidas pero siento a su vez que es mi vida, y es mi historia, y quién mejor que me la cuenten mis propios genes.
Hoy mi abuelo me ha contado su niñez, cosa que en ninguna escuela aprendí. Mis ancestros  han viajado 40 días en barco para llegar a " La América" porque Argentina, era conocida en Europa como La América, en donde nuestros bisabuelos, tatarabuelos, buscaban irse de su país, en mi caso Italia y Alemania, para encontrar tierra en donde se pueda trabajar, y de esa manera alimentar a su familia. Buscaban la manera de crecer, de no conformarse con su país y lo que éste tan poco les brindaba.
Mi tatarabuelo ha venido desde Italia, ya de novio con mi tatarabuela a conocer La América, a cuestionar si realmente era como le habían contado en su país, a probar suerte y  trabajar la tierra como lo ha hecho durante toda su vida. Al conseguir el dinero necesario regreso a Italia, para casarse con mi tatarabuela y volver con su amada a La América a constituir su familia. Se concentraron en la zona de Balnearia, donde han tenido 7 hijos, 3 varones y 4 mujeres. El mayor de los varones era mi bisabuelo, el padre de mi abuelo tito. Al crecer mi tatarabuelo compró una casa en Balnearia con un bar situado en el mismo terreno. Y fue ahí donde mi abuelo creció y vivió durante toda su infancia y adolescencia. Él me contaba que trabajaba todo el tiempo, que no había tiempo para tener este tipo de conversaciones todas las semanas como yo tenía con él. Visitar a su abuelo implicaba caminar unas 60 cuadras de ida y 60 de vuelta, o ir en caballo. La gente en ese entonces no vivía apurada como lo hace hoy en día, dejando de lado sus hijos, y sus afectos como en estos días se hace. No existía el estres. Todos comían juntos, había mucho respeto. A los padres de mi abuelo se los respetaban de la misma forma que se respetaba a un maestro o a un policía. Eran otras épocas, lo  justifica él, era otra vida. Y sí realmente era otra vida, difícil supongo, pero con sus colores también.
Le pregunté si solían ir de vacaciones de niños y él largó una mini carcajada, dándome a entender, que eso no existía, que se vivía para trabajar y poder así cubrir sus necesidades. Pero más allá de eso, destacó que donde él vivía era un lugar cerca de una ciudad turística que igualmente no conocían la palabra "turismo". Miramar o Marchiquita era el lugar elegido por los porteños para ir a pasar sus vacaciones de verano, esto se daba porque era un pueblo en donde su laguna contenía un barro curativo en donde toda la gente de clase alta iba a disfrutar del mismo. Mi abuelo me contaba que a pesar de que vivían a pocos km de allí solo iban 1 vez al año en sulqui, a pasear, no más que ello.
Cuando llovía por ejemplo, los sulquis y carretas se empantanaban en el barro del camino y mis bisabuelos alojaban a las familias en su casa hasta que puedan proseguir el viaje.
Son historias que valen la pena guardar y es hermoso que te lo cuente tus propios abuelos. Considero que al conocer un poquito a fondo mi pasado llego a redescubrirme yo misma, entender mi personalidad, y mi forma de ser. Es increíble como se pueden ver reflejado tus actos actuales a tu pasado no vivido.


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